El cultivo de cocotero en Jamaica y el problema del amarilleo letal
El primer boletín de Tropicsafe se centraba en el amarilleo letal (LY), una enfermedad asociada a fitoplasmas presente en más de 50 especies de palmas (Bertaccini et al., 2014) con efectos más devastadores en la palma de coco (Cocos nucifera, L.) un cultivo presente en 90 países alrededor del mundo. El cocotero es un cultivo importante en muchos países tropicales, al proporcionar productos alimenticios y materias primas para las industrias (Jones, 1991). Unos once millones de agricultores cultivan esta planta en doce millones de hectáreas; el 80% de la producción total situada en Asia (Adkins et al., 2006).
Los cocoteros forman parte de la belleza escénica de los paisajes de la región del Caribe y contribuyen a la sensación de relajación de los turistas en las costas arenosas del Caribe. En Jamaica, el cultivo es una importante fuente de ingresos y una parte vital de la agricultura de subsistencia en las aldeas rurales (figura 1). En comparación con otros cultivos comerciales, el árbol requiere pocos recursos, pero proporciona alimento e ingresos muy necesarios. La implacable propagación del amarilleo letal en todas las zonas de cultivo del coco está teniendo graves repercusiones en muchas comunidades vulnerables, ya que amenaza los ingresos y la seguridad alimentaria de muchos jamaicanos en los sectores agrícolas (Myrie, 2006).
El coco no es autóctono de Jamaica. La palma se introdujo por primera vez a mediados del siglo XVI, inicialmente cerca de puertos y asentamientos costeros y más tarde en el interior. En el siglo XIX se convirtió en un cultivo industrial, aumentando su importancia económica con el uso del aceite de coco como materia prima para la fabricación de jabón, explosivos y margarina. Inicialmente, la principal variedad cultivada fue la Jamaica Tall; pero posteriormente se han introducido más de 60 variedades, debido a enfermedades y huracanes.
La Figura 2 muestra la producción de cocos en Jamaica desde 1943. Antes de 1961, la enfermedad de LY estaba confinada a la región occidental de la isla, pero en 1961 (Carter, 1964) apareció repentinamente en el área de Buff Bay, a unos 110 km del caso más cercano en el oeste. La enfermedad se propagó rápidamente hacia el este,donde están las principales regiones productoras de coco, y en 1971 se detectó en toda la isla (Coconut Industry Board, 1984 y 1985). En 1980, el amarilleo letal acabó con más de 7 millones de cocoteros en Jamaica (Myrie y Bertaccini, 2018). Desde la década de 1970, la variedad Jamaica Tall (la más importante) se ha ido reemplazando por variedades menos susceptibles como Malayan Dwarf, Panama Tall y una primera generación (Maypan) de variedades híbridas. Sin embargo, desde mediados de la década de 1990, una cantidad alarmante de estas variedades han sucumbido a una nueva epidemia de amarilleo letal. Después del huracán Gilbert en 1988, la incidencia del LY letal aumentó significativamente. En varias localidades a lo largo de las zonas costeras de la región norte, se observó que los niveles de mortalidad entre las masas de enano malayo (MD) y maypán (MP) fueron consistentemente más altos de lo esperado, un patrón que continuó incluso en los años 1990 y 2000.
La constitución de una organización de productores en 1930, la Asociación de Productores de Coco de Jamaica, supuso un paso importante en la industria local del cocotero. La asociación puso orden en la caótica industria del coco en ese momento, cuando la mayor parte de esta fruta se producía y exportaba por operadores independientes. El gobierno de la época consideró prudente redactar y promulgar una legislación específica para proteger a la industria local de la competencia externa. Así, en 1945 se estableció la Coconut Advisory Board (CIB) como órgano estatutario con el objetivo de administrar la industria (Figura 3). En 1959, la CIB creó un departamento de investigación y, más tarde, una división de asesoramiento. Las funciones principales de la CIB incluyen informar al gobierno sobre la situación de la industria y asesorar sobre la dirección de las políticas, llevar a cabo investigaciones sobre los problemas agrícolas y proporcionar apoyo técnico a los agricultores. .
La importancia socoeconómica del sector del coco en Jamaica
Aunque la contribución de la agricultura al Producto Interior Bruto (PIB) de Jamaica ha disminuido de manera constante en las últimas dos décadas (hasta que en 2009 se situó en el 5,2%), este sector absorbe el 20% de la mano de obra empleada del país. La economía agrícola en Jamaica es dualista, incluyendo plantaciones comerciales a gran escala que producen principalmente para el mercado de exportación bajo un sistema de monocultivos, y granjas mixtas a pequeña escala que producen para la subsistencia de los hogares y el mercado interno. Este dualismo va más allá de la orientación productiva y se refleja también en el tamaño de las explotaciones, el acceso a los recursos agrícolas y la infraestructura (FAO, 2013). El cultivo varía desde unas pocas plantaciones mantenidas de forma intensiva y a gran escala, hasta plantaciones abandonadas que antes estaban bajo administración de la finca y ahora muestran pocos signos de mantenimiento. Hoy en día, la producción de coco se concentra en las parroquias orientales de Santo Tomás, Santa María y Portland. En la isla hay unos 4.700 productores, en su mayoría pequeños agricultores con menos de 10 hectáreas de cultivo de coco (CIB, 2017). Si bien Jamaica tiene la mayor industria del coco en términos de tierra cosechada en la región, ha habido una disminución en la superficie cultivada. Por otra parte, la producción anual parece haberse mantenido bastante estable entre 2002 y 2015 (Myrie, sin publicar). En la región del Caribe y América Latina, aparte de la copra y otros productos convencionales, los cocos se utilizan para obtener una gama de productos de valor agregado como la crema de coco, el agua de coco, la leche de coco y el aceite de coco (Figura 4). Esto es muy importante si se tiene en cuenta que la diversificación de la producción puede redundar en beneficios sociales y económicos para muchas zonas.
La producción de coco es insuficiente para satisfacer la demanda local: en 2012 se importaron en Jamaica aproximadamente 1.300 millones de dólares jamaicanos (11,4 millones de dólares EE.UU.) de cocos y sus subproductos para satisfacer la demanda local (STATIN). En 2015 había más de 15.989 hectáreas cultivadas y una población arbórea estimada de 3,54 millones de árboles que producían aproximadamente 99,2 millones de frutos con un valor total de 4.710 millones de dólares jamaicanos (CIB, 2016).
La consecuencia de la enfermedad de amarilleo letal (LY) es una pérdida de cultivos a gran escala y una falta de ingresos que, en algunos casos, hace que más agricultores se trasladen a las zonas urbanas, exacerbando la pobreza rural (Allen et al., 2005) y la disminución de la sustitución de importaciones y del ahorro de divisas. En Jamaica, el impacto de LY ha sido particularmente importante para todas las comunidades de pequeños agricultores y agricultores de subsistencia que dependen nutricional y económicamente de los cocos (Myrie et al., 2011) y también para las 150.000 personas empleadas directa e indirectamente en la industria del coco. Existe una herramienta de manejo viable para controlar la propagación de la enfermedad LY que incluye 5 pasos: procedimientos de monitoreo, retirada de cocoteros infectados, replantación de nuevas plántulas, control adecuado de malezas y un sólido programa de fertilización. La CIB examinó a la población local en busca de resistencia al LY y, con la ayuda internacional, introdujo una variedad de coco probada en el campo de todas las principales regiones productoras de coco.
Figura 5. Emancipation Park en Kingston, capital de Jamaica
Se puede tener una idea de la pérdida económica por la enfermedad de LY, considerando el caso de una finca con 11,838 cocoteros Maypán en Santa Ana, completamente destruida por la enfermedad. Cada árbol producía un promedio de 60 frutos por año, un total de 710,280 cocos al año. El precio a pie de finca fue de 35 dólares jamaicanos, lo que significa una pérdida de Producción Bruta Comercializable equivalente a 24.859.800 dólares jamaicanos (US$ 207.165).
BIBLIOGRAFIA
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STATIN Statistical Institute of Jamaica. http://statinja.gov.jm/